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viernes, 3 de diciembre de 2010

Reflexión I

Les obsequio este pasaje del libro "Demian" de Hermann Hesse:

"(...) -¿Puedes, de verdad, hacer que otro piense lo que tú quieres? -le pregunté.

Me respondió afablemente, en su estilo claro, reposado y maduro:

-No -dijo-, eso no es posible. Nuestra voluntad no es libre, aunque el párroco sostenga lo contrario. Nadie puede pensar lo que quiere ni hacer pensar a otro lo que a él se le antoje. Lo que si se puede es observar bien a alguien, y entonces es posible acertar muchas veces lo que piensa o lo que siente en un momento dado y anunciar lo que hará en el momento siguiente. Es muy sencillo; pero la gente no lo sabe. Claro está que es preciso ejercitarse un poco. Hay por ejemplo, entre las mariposas, una cierta especie nocturna, en la cual las hembras son mucho menos frecuentes que los machos. Las mariposas se reproducen del mismo modo que todos los demás insectos: el macho fecunda a la hembra, que luego pone huevos. Cuando se captura a una de estas hembras -el hecho ha sido comprobado por numerosos naturalistas-, los machos acuden al lugar en el que se la mantiene prisionera desde varios kilómetros de distancia, volando muchas horas a través de la noche. ¡Fíjate bien! Desde varios kilómetros de distancia sienten los machos la presencia de la única hembra existente en el contorno. Se ha intentado hallar una explicación a este hecho; pero es muy difícil. Los machos tienen quizás extraordinariamente desarrollado el sentido del olfato, como los buenos perros de caza, que saben hallar y seguir un rastro imperceptible. ¿Comprendes? La Naturaleza está llena de cosas de éstas, que nadie consigue explicar. Pero yo me digo que si entre estas mariposas fueran las hembras tan frecuentes como los machos, no tendrían éstos seguramente un olfato tan fino. Si lo tienen es porque se han visto precisados a ejercitarlo y a intensificar su sensibilidad.Cuando un animal o un hombre orienta toda su atención y toda su voluntad hacia una cosa determinada, acaba por conseguirla. Y lo mismo pasa con lo que decíamos. Si observamos a un hombre con atención suficiente, acabaremos por saber de él mucho más que él mismo. (...)

(...) -No acabo de entenderte bien -objeté-. Primero afirmas que nuestra voluntad no es libre y luego dices que para alcanzar una cosa basta con que orientemos firmemente hacia ella toda nuestra voluntad. Pero si no soy dueño de mi voluntad tampoco podré orientarla a mi arbitrio en un sentido determinado.

Me dio una palmada en el hombro, como siempre que algo mío le agradaba.

-¡Así me gusta! -exclamó riendo-. Hay que preguntar siempre, hay que dudar siempre. Pero la cosa es muy sencilla. Si una de esas mariposas nocturnas de las que hablábamos pretendiese orientar toda su voluntad hacia una estrella o hacia cualquier otro fin semejante, no lo conseguiría. Pero no lo intenta siquiera. Busca sólo aquello que tiene para ella un sentido y un valor, algo que le es necesario y de lo que no puede prescindir. Y precisamente entonces es cuando consigue también lo increíble: desarrollar un sexto sentido, que sólo ella posee entre todos los animales. Nosotros, los hombres, tenemos un campo de acción mucho más vasto e intereses más amplios que los animales. Pero también nos hallamos inscriptos en un círculo relativamente pequeño, y no podemos traspasarlo. Yo puedo fantasear muchas cosas, imaginarme, por ejemplo, que mi mayor deseo sería llegar al Polo Norte, o algo semejante; pero sólo podré quererlo así con suficiente intensidad y realizarlo cuando el deseo viva realmente en mí y todo mi ser se halle penetrado de él. En cuanto así sucede, en cuanto intentas algo que te es ordenado desde el propio interior, acabas por conseguirlo, y puedesuncir tu voluntad como un buen animal de tiro. (...)"